viernes, 7 de agosto de 2015

PEREGRINACIÓN 2015

Como cada 5 de agosto, desde hace ya muchos años, las Diócesis de Ciudad Victoria, Tampico y Matamoros, acudimos en peregrinación "a postrarnos ante los pies de nuestra Madre Santísima, la Reina de México y la Emperatriz de América"; nos dimos cita fieles laicos, consagrados y consagradas, seminaristas, diáconos, sacerdotes y obispos de las tres Diócesis; juntos formábamos una gran multitud que vivimos una conmovedora experiencia de fe y comunión. Fue emocionante la preparación remota y la espera, así como emprender el camino por esas carreteras de Dios, pero sobre todo, iniciar la peregrinación a pie desde la Glorieta de Peralvillo hacia la casa de la Madre y de todos los mexicanos. Cantos, rezos, danzas y mucha devoción acompañaron nuestro caminar de poco más de tres kilómetros.

Ya sabíamos que la Eucaristía era lo más importante, nos animaba saber que, además, correspondía a nuestro obispo Ruy Rendón Leal presidir y compartir la homilía, lo cual nos hacía sentir mucho más en familia. No sé qué otra cosa se pueda comparar a la belleza de ese Templo, que la Madre del cielo mandó construir, como una casita en la que ella prodiga todo su amor.

Nuestro obispo estructuró su reflexión en cuatro "contemplaciones" del acontecimiento Guadalupano, como lo narra el Nican Mopohua, relacionando cada una de ellas de manera muy armónica con el texto evangélico que se proclamó en la Liturgia de la Palabra (Lc 1,39-45); a cada una de las contemplaciones hizo corresponder otras tantas "enseñanzas" para nuestra vida cristiana, "que instruyen y fortalecen nuestra fe"; al final añadió una quinta contemplación, en la que infundió ánimos y exhortó a la conversión.

1. Contemplamos a María de Guadalupe "que se encamina presurosa a las montañas del Tepeyac para acompañar a un pueblo que se encontraba pasando una grave situación de aflicción". El señor obispo hizo notar que La Santísima Virgen "no se aparece en el centro de la gran ciudad, sino en la periferia, no a una persona de poder y de prestigio, sino a una persona marginada, a San Juan Diego". A esta contemplación hizo corresponder la primera gran enseñanza: "Al igual que María, nosotros también debemos de tener una atención especial por las periferias geográficas y existenciales". Con palabras que nos hicieron recordar al Papa Francisco nuestro obispo nos exhortó a ser una Iglesia en salida, en camino, "acercándonos a los grupos humanos más vulnerables y a los sectores de la población más alejados, más necesitados del Evangelio de la Misericordia"

2. "Contemplamos a María escuchando sus primeras palabras de autopresentación: Yo soy la Siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios por quién se vive"; El señor obispo hizo referencia en este contexto al Dogma Mariano de la Maternidad Divina. Isabel en el Evangelio así la proclama: Jesucristo es "Dios que ha tomado la naturaleza humana en el seno virginal de María". La enseñanza correspondiente "nos lanza a cada uno de nosotros, miembros de la Iglesia a construir lazos de fraternidad y de comunión a nuestro alrededor". Como mexicanos, en este sentido, estamos llamados, a vivir valores como "la solidaridad, el perdón, la reconciliación, el servicio, la paz, la justicia, la honestidad", señaló el señor obispo.

3. "Contemplamos a María portando el bendito fruto de su vientre, Jesús. En efecto, María de Guadalupe vino a reforzar la tarea evangelizadora de la Iglesia, como hizo María con Isabel", a la cual no sólo ayudó, sino que, sobre todo, le compartió a Jesús. En la Tercera enseñanza el señor obispo nos hizo ver que María también nos da a Jesucristo, y ella nos invita a que lo acojamos en nuestro corazón y expresemos nuestra fe "haciéndole caso, poniendo en práctica su Palabra, cumpliendo sus enseñanzas". También nosotros hemos de evangelizar compartiendo nuestra experiencia de fe y la verdad del Evangelio con alegría.

4. "Contemplamos a María expresando una petición: Deseo vivamente que se me construya un Templo, es decir, una comunidad en torno a Dios, y nosotros hemos construido miles y miles de ermitas, capillas, templos, santuarios y comunidades, así nos hemos desbordado en amor a la Virgen", en los que ella a prodigado su amor y ofrecido innumerables milagros. A esta contemplación corresponde una enseñanza: "Hoy pongamos en las manos de la morenita del Tepeyac nuestras penas, sufrimientos, preocupaciones, todo aquello que nos inquieta y nos hace perder muchas veces la paz". Nuestro obispo invitó a que pusiéramos en las manos de la Virgen nuestra realidad tamaulipeca de inseguridad y violencia, crisis económica y laboral con sus consecuencias. Hemos de orar también por los "ataques ideológicos contra la vida humana, el matrimonio y la familia".

5. La quinta contemplación fue sobre todo exhortativa: hemos "de volver a nuestra casa, a nuestra Diócesis, con un verdadero compromiso de amor y conversión, no es posible, después de haber estado con Santa María de Guadalupe en su Templo, regresar a casa en pecado, distanciados de nuestro prójimo, guardando resentimientos, apáticos por el sufrimiento de tanta gente, indiferentes ante la evangelización, regresemos renovados, transformados, felices, comprometidos en la causa de Dios y de su Reino".

Concluimos recitando todos la oración por la paz, que con tanta devoción hacemos los tamaulipecos.

Los efectos que estas palabras y la experiencia en su conjunto provocó en los presentes y en cada comunidad sólo Dios la conoce, seguramente es rica y cargada de Dios, que es lo que verdaderamente importa a la Virgen de Guadalupe. Regresamos a nuestros hogares y a nuestras parroquias como nuestro Obispo Ruy Rendón Leal señaló: Felices. Queriendo enriquecer la vida familiar, comunitaria y social con la belleza del Evangelio Guadalupano.