miércoles, 25 de noviembre de 2015

PALABRAS DEL PBRO. JOSÉ LUIS CERRA LUNA EN EL ENCUENTRO DEL NUNCIO APOSTÓLICO EN MÉXICO S.E.R. MONS. CRHSITOPHE PIERRE CON EL PRESBITERIO DE MATAMOROS

Buenas Noches, Señor Nuncio Apostólico, Mons. Christophe Pierre, buenas noches Señor Obispo, Mons. Ruy Rendón Leal, buenas noches hermanos sacerdotes.

Soy el padre José Luis Cerra Luna, párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos en Río Bravo, soy además el responsable de la Dimensión Diocesana del Clero.

Señor Nuncio, esta noche me permito ser portavoz de mis hermanos sacerdotes y a nombre de nuestra familia presbiteral ofrecerle un muy cordial saludo de bienvenida, gracias por tomarse este tiempo con nosotros, mis hermanos y yo lo valoramos mucho.

A lo largo de estos 8 años de su presencia en México hemos aprendido a estimarlo con sincero afecto, la profundidad de sus enseñanzas, sus habilidades en el oficio que ejerce y su sencilla cercanía han beneficiado enormemente el caminar de las comunidades eclesiales en México. Es edificante también constatar el modo como ha estado usted haciendo presente en nuestra patria la mentalidad y el querer del Santo Padre Francisco.

Se me ha encomendado la tarea de presentar a usted a nuestro presbiterio, con el cual ha tenido ya oportunidad de convivir en otras ocasiones, ojalá sea esta una oportunidad más para profundizar nuestra relación y conocimiento mutuos.

Personalmente, y sé que lo comparto con muchos otros hermanos, me siento profundamente contento y orgulloso de ser parte de esta familia, no es perfecta; ciertamente nos esforzamos por ejercer lo mejor que podemos nuestro ministerio, pero cometemos los pecados promedio de todo presbiterio, usted los conoce; sin embargo, existe también en nuestra mente y corazón una voluntad muy clara de convivir en un espíritu de auténtica fraternidad, aunque muchas veces no sea fácil, y de estar juntos, codo a codo con nuestro Obispo, entregando la vida a favor del Pueblo Santo Fiel de Dios.

Aunque los números difícilmente expresan la calidez de las realidades humanas, a veces nos pueden acercar a ellas, le presento algunas cifras que pueden ser interesantes.

(Breve presentación Power Point de algunas cifras)

Quisiera ahora pasar a las personas, permítame presentar a usted a Mons. Martín Guerrero Reyna (todos los presentados se van poniendo de pie), el primer sacerdote ordenado en la recién creada Diócesis de Matamoros, hace poco más de 54 años; junto con él le presento a los padres que el aquel tiempo eran seminaristas, algunos de ellos michoacanos, invitados por el primer Obispo, Mons. Estanislao Alcaraz y Figueroa, todos son pilar de nuestra familia; le presento también a los padres Augusto Hernández Ramírez y Alberto del Ángel Vargas, ordenados hace unos meses, quienes, junto con los diáconos transitorios, son nuestra esperanza. En medio estamos todos los demás.

Suplico a todos los párrocos, administradores parroquiales, cuasi párrocos y pastores de rectorías se pongan de pie, Sr. Nuncio, este es el grupo de sacerdotes que con amor llevamos la cura de las almas, somos pastores que ofrecemos a nuestros fieles la Palabra, los Sacramentos y la conducción, en colaboración estrecha con el Obispo y organizados en tres zonas pastorales y doce decanatos. Junto con nosotros, nuestros vicarios parroquiales, amigos, hermanos y compañeros que comparten con nosotros las responsabilidades pastorales en nuestras comunidades y aprenden el arte de la pastoral.

Un servicio indispensable en nuestra Iglesia Local es el que presta la curia administrativa, judicial y pastoral; ellos son los hermanos que colaboran estrechamente con el Obispo en su vocación de conducir en la caridad a la Diócesis, cada uno es brazo derecho del Obispo y sostén firme de la vida diocesana en importantes aspectos. Les estamos muy agradecidos y valoramos su servicio, tantas veces escondido.

El equipo formador del seminario lleva sobre sus hombros la enorme responsabilidad y al mismo tiempo el honor de formar a los futuros pastores, justamente en esta casa; los retos que enfrentan son ciertamente grandes, pero cada uno de los seminaristas es luz que se proyecta hacia el futuro de nuestra Iglesia. Todo el presbiterio y la Diócesis entera oramos y estamos siempre al pendiente de esta valiosísima y amada institución y de los hermanos que la conducen.

De los doce decanatos quisiera presentar a usted de modo especial a los hermanos que integran dos de ellos; estos decanatos se localizan en la periferia geográfica y existencial de nuestra Diócesis: el decanato de San Fernando, de los municipios de San Fernando y Méndez y el decanato de Santa Ana, de los municipios de la Ribereña. Uno y otro han sido escenarios de violencia, así lo ha referido la prensa incluso internacional. Como resulta obvio, el modo de ejercer la pastoral reviste ahí características muy peculiares, pues aunque de modo general muchos de nosotros hemos enfrentado las consecuencias del crimen organizado, los hermanos que han estado en estos decanatos lo han vivido de modo especial y han sido ellos mismos sus víctimas, junto con muchos miembros de sus comunidades. Para todo el presbiterio y para los fieles su testimonio de permanencia, amor al ministerio y valentía representa seguramente uno de los más grandes tesoros de nuestra Diócesis.

Le comento, por último, que gracias a Dios y a la preocupación de nuestros cinco obispos, la Diócesis está organizada, del mismo modo que la Conferencia del Episcopado Mexicano, en Comisiones Dimensiones y Departamentos, lo cual ofrece vitalidad pastoral a todos los aspectos del caminar diocesano y contamos también con todas las instancias de consejo que prevé el Derecho Canónico, lo que permite a nuestro obispo, siempre dispuesto a la escucha, gobernar con acierto y tino.

Muchas gracias por su atención y sepa que en cada una de nuestras parroquias cuenta usted con amigos y con una casa en la que nos sentiríamos privilegiados de recibirlo. Oramos con fervor por su persona y ministerio.

Lo escuchamos ahora con atención.

jueves, 5 de noviembre de 2015

NO TENGO BOLETO

Tengo muchos amigos a los que no les gustan los toros. Es gente buena. No militan en movimientos antitaurinos, ni atacan esgrimiendo argumentos contundentes, no buscan denodadamente cambios de leyes, ni se plantan frente a las plazas con carteles llenos de adjetivos. No les gustan los toros simplemente porque sufren viéndolos morir de esa manera, padecen solidariamente con el dolor del toro. Con los antitaurinos no cuesta trabajo discutir, hay muchos argumentos más contundentes que los suyos; sin embargo, con mis amigos buenos, hasta un poco de pena me da defender la fiesta.

En estos momentos de crisis, todos los que tenemos que ver con la tauromaquia, villamelones, entre los que me cuento, y aficionados verdaderos, matadores y subalternos, personal de plaza y empresarios, también los ganaderos y los comentaristas, todos, tendríamos que hacer un esfuerzo solidario para hacer sobrevivir con dignidad la fiesta a la que amamos, de modo que ante antitaurinos y, con pena y todo, ante nuestros amigos buenos, podamos seguir gozando su estética.

Pero, ¿qué hacer cuando pasan las cosas que hemos sufrido en relación al mano a mano entre José Tomás y Joselito Adame el próximo treinta y uno de enero en la Plaza México? Dijeron que el día dos de noviembre, a las nueve y treinta, estarían disponibles los boletos para la corrida. No fue así. Ni Ticketmaster en Internet ni el teléfono funcionaron nunca. Luego dijeron que los boletos se habían agotado en doce horas. No parece factible. ¿Cómo van a entrar cuarenta mil almas a la Plaza ese día? ¿Quienes poseen derecho de apartado? No parece posible.

Diera la impresión de que alguien venderá a un muy elevado costo entradas los días treinta y treinta y uno y con esto la tauromaquia recibirá una estocada inmerecida y cobarde, contradiciendo el verdadero espíritu que la debe animar. Ojalá José Tomás se dé cuenta de lo que sin querer provoca. Partir plaza una vez al año parecería sólo una actitud enigmática para envolver al matador en una atmósfera de misterio y generar ansiosas expectativas. Sin embargo también desata estas embestidas de ambición y corrupción. Dios no permita que se convierta en divo.

Es lamentable, quien debiera defender la fiesta la está matando, quien tendría que promoverla a final de cuentas limita su difusión y restringe los argumentos para defenderla.

Cuando mis amigos buenos me pregunten con tristeza por qué me gustan los toros, simplemente encogeré los hombros, los antitaurinos tendrán más argumentos.

Yo quería, pero no tengo boleto, y ya no lo quiero.