miércoles, 10 de julio de 2019

Toy Story 4 (apto sólo para quién ya la vio hasta el final)


Este es el segundo review que hago de una película, el primero fue de Roma, el cual pueden leer en este mismo blog. Aquella fue una experiencia interesante pues, a diferencia de otros textos, provocó ciertas polémicas (aunque no tantas como el de Mi apología a AMLO). No me defendí ni justifiqué, ahora digo que sólo he tratado de manifestar un punto de vista tan subjetivo como lo es mi subjetividad. Trato de poner por escrito reacciones interiores, emociones personales, modos de pensar, historias vividas, perspectivas… todo subjetivo, ni un solo dogma de fe.
¿Te has tratado de poner en los zapatos de un juguete (en este caso en las botas)? ¿qué tipo de relación es la que puede establecer un muñeco con “su” niño? Imagínate (ya estoy en las botas de Woody): "mi esencia como juguete, la misión de mi vida, es justamente ser el juguete de un niño y por ello, ser parte imprescindible, no sólo de sus recuerdos, sino de su mismo desarrollo como persona; soy una extensión de su conciencia y de su cuerpo, soy una proyección de sus fantasías, las cuales forman parte de su realidad objetiva, a través de mí se desarrolla en parte el modo como se irá relacionando con los demás; la tarea más importante que un niño tiene en la vida es jugar, no tanto hacer la tarea. Por eso, ser juguete no es cualquier cosa, es algo que un juguete se lo debe tomar muy en serio".
Woody no puede olvidar a Andy, no es para menos, con él cumplió fielmente su misión y pudo ver frutos, es un buen muchacho, con un buen corazón; ahora trata sinceramente de ser lo mismo para Bonnie; sin embargo, para ella, Woody ya no es el centro, lo deja frecuentemente encerrado en el armario, prefiere jugar con los otros juguetes y, por más que Woody trata de racionalizar y tomar iniciativas que rayan en lo excesivo, lo que se está poniendo en juego es su misma identidad de juguete. Nunca es fácil equilibrar los apegos y las rupturas.
Para acabarla, es el mismo Woody quien provoca, por así decirlo, la aparición de un nuevo personaje, sí, el polémico Forky, construido por Bonnie en el kínder, el cual se convierte en el centro del universo de Bonnie, pasa a ser el número uno y casi casi único en su corazón.
Nuevamente en las botas de Woody: "Puedo encontrar razones objetivas que justifican el menosprecio que Forky tiene por sí mismo y su empecinamiento por regresar a la basura, de donde vino; entiendo las razones que Forky tiene para experimentar su alto nivel de baja estima y su incapacidad de sostener relaciones; reconozco perfectamente los motivos por los que Forky posee esa arraigada dificultad por darse cuenta de que ya no es un híbrido “spork”, sino todo un juguete. Lo que no puedo entender es por qué Bonnie lo prefiera a él y por qué un ser tan inferior a mí se convierta en mi peor rival".
Justamente por eso, y nuevamente en mis zapatos, admiro el talante de Woody que, a pesar de todo, se echa a cuestas la misión de cuidar, defender, educar, acompañar y salvar a Forky, y de hacerlo crecer en su altísima dignidad de persona, digo, de juguete. No fue fácil, corrió muchos riesgos y aventuras (lo que colateralmente nos divirtió a la mayoría), se desesperó, titubeó, se arriesgó, salió de sus casillas, pero cumplió su misión: lo rescató, en el más alto y profundo sentido de la palabra, y lo condujo a que adoptara su real esencia: ser de Bonnie y para Bonnie.
A veces necesitamos ser el Woody de un Forky. Descubro que, desde mi vocación humana, pero también pastoral, estoy llamado a ocuparme de los demás, a hacerme cargo especialmente de los más débiles, aunque eso implique hacer a un lado las simpatías o antipatías que pueda sentir, el autoconcepto de mi persona y misión, la historia muchas veces dolorosa de mis apegos y rupturas e, incluso, entregarme generoso a duros sacrificios, como desprenderme de algo tan valioso para mí como mi propia caja de voz. No importa, vale la pena ir al rescate de tantos Forkies que me rodean y que, aunque a veces no quiera verlos o me nazca menospreciar, me necesitan. A ningún ser humano puedo ver como rival o como inferior a mí.
A veces necesitamos ser el Forky de un Woody. Pero también, no puedo negar que #todossomosforky. No sé por qué la mayoría de los seres humanos, entre los que me incluyo, tenemos tan arraigada una baja estima que nos hace pensar que somos basura y que constantemente nos empuja, como fuerza incontrolable, a la basura, lugar a donde a final de cuentas creemos pertenecer. No entiendo tampoco por qué nos cuesta tanto darnos cuenta de nuestra dignidad y misión, tendemos a minusvalorarnos, a pensar que no podemos ser importantes para alguien, sólo porque no estamos siquiera seguros si somos cuchara o tenedor (yo, personalmente, no creo que se refiera a cuestiones de género). Es por eso que nos debemos dejar ayudar, que alguien vea por nosotros, nos guíe, nos defienda, camine con nosotros esos kilómetros de carretera y nos cargue cuando no podamos más; está bien, a veces nos tiene que regañar y a veces se desespera, pero ahí está; Dios a mí me ha mandado muchos Woodies que me tienden la mano y que han sabido cómo hacerme sentir un juguete digno, aunque tenga pies de cucharita de madera para nieve.
Podemos seguirle: entender y admirar a Gabby Gabby, y saber que su aparente demencia y perversidad tienen en el fondo una terrible soledad y un defecto de fábrica, pero que fue capaz de dar el paso decisivo por su libertad interior y entregarse a ser pertenencia de una niña perdida; solidarizarnos con Duke Caboom, el canadiense, tan varonil y con tantas expectativas generadas y que sin embargo es frágil y necesitado, pero valiente y decidido (y simpático). Yo conozco y admiro a muchas Bo Peeps, mujeres independientes, emprendedoras, líderes y, como dicen tanto ahora, “guerreras”; mujeres con nombre y apellido que no son meras princesas esperando ser rescatadas; la verdad, ellas también nos rescatan.
Woody opta por una ruptura y por un apego, movido por el amor, tanto a Bonnie como a Bo Peeps. No es fácil. Pero a final de cuentas, la vida está hecha de apegos y de rupturas.

Rex: Does this mean... Woody's a lost toy?
Buzz Lightyear: He's not lost. Not anymore. To infinity...
Woody: ...and beyond.