sábado, 7 de enero de 2017

TIERRA SANTA Y ROMA 2017


¡Qué alegría cuando me dijeron:
Vamos a la casa del Señor.
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales Jerusalén!”
(Salmo 122)

Cuántas veces hemos cantado en nuestras celebraciones litúrgicas este Salmo, sin duda nuestro canto de entrada más popular. El Pueblo de Dios lo cantó todas las veces que en caravana llegaba a la Ciudad Santa, a la Ciudad de Paz. Cada vez que llegaban a sus “umbrales”, el corazón de las tribus de Israel latía de emoción y las lágrimas llenaban sus ojos. No sólo el pueblo de Israel, también musulmanes y por supuesto nosotros los cristianos reconocemos la ciudad de Jerusalén como Ciudad Santa y a ella peregrinamos. Antiguo y Nuevo Testamento dan testimonio que dentro y fuera de sus muros la presencia de Dios es presencia de Salvación.

También llamamos “Santa” a toda la tierra que Jesús pisó y en la que desarrolló su ministerio, en la que llamó a sus discípulos, proclamó su mensaje, realizó sus milagros, se acercó a los pobres y enfermos. Con mayor razón llamamos “Santa” a la tierra en que Jesús entregó su vida por nosotros en la cruz, resucitó y ascendió a su Padre, por nuestra salvación.

Peregrinar a Tierra Santa representa para nosotros una valiosa oportunidad de recorrer con nuestros pies los lugares ligados con nuestra salvación, de orar en los sitios en los que Jesús mostró su amor y misericordia por nosotros, de tener una experiencia de fe compartida en comunidad en una Tierra que no deja de ser símbolo de la paz y la justicia a las que espiramos y queremos construir

Dios quiera que nos animemos a peregrinar juntos a Tierra Santa y a Roma en octubre de 2017 y que juntos podamos cantar entrando a Jerusalén “Qué alegría cuando me dijeron…”, seguramente nuestro corazón latirá fuerte y nuestros ojos se llenarán de lágrimas.