miércoles, 14 de diciembre de 2022

“HABÍA UNA VEZ UN PEDAZO DE MADERA” Reseña de Pinocho de Guillermo del Toro


C’era una volta…
– Un re! – diranno subito i miei piccoli lettori.
No, ragazzi, avete sbagliato. C’era una volta un pezzo di legno. 

Había una vez…
– ¡Un rey! – dirán en seguida mis pequeños lectores.
No, muchachos, se equivocan. Había una vez un pedazo de madera.

Así comienza el texto del Pinocho original de Carlo Collodi, publicado entre los años 1882 y 1883 en un periódico infantil italiano. Aunque en mi casa había un libro que tenía las ilustraciones originales de Enrico Mazzati, como a todo niño de otras épocas, las imágenes que se anclaron en mi subconsciente fueron los dibujos animados de Walt Disney de 1940, que han prevalecido hasta ahora. La intención de fondo de Collodi, como la de las variadísimas versiones del cuento, es dejar en el corazón de los niños una simple moraleja: hay que ser buenos niños, obedientes, y alejarse de las malas compañías. Qué madre o padre de familia no llegó a decir a sus hijos: “si dices mentiras te va a crecer la nariz como a Pinocho”.

Ya salió en Netflix Pinocho de Guillermo del Toro. Soy de la generación a la que pertenecen del Toro, González y Cuarón, por ello compartimos escenarios históricos y contextos que nos conectan, así me pasó sobre todo con Roma de Cuarón, pero también con Babel de González y ahora con Pinocho de del Toro. Pinocho forma parte de mi vida, como lo ha sido para del Toro, según él mismo lo dice; mi madre me amenazaba con lo de la nariz, alguna vez incluso me la toqué cuando me dijo que me estaba creciendo.

Recuerdo bien el gusto que me dio ver El espinazo del diablo de Guillermo. El laberinto del Fauno me cautivó por esa genial mezcla de las verdades más crudas con la inocencia más pura con la fantasía más sublime. La premiada La forma del agua me gustó mucho, pero no muchísimo, no tanto como El Laberinto; en cuanto El callejón de las almas perdidas, la verdad, la empecé a ver, pero no me dolió posponerla indefinidamente, me dio la impresión de que el cine de del Toro era cada vez más sórdido por el solo hecho de ser sórdido. Por otro lado, el Pinocho de Roberto Benigni francamente me decepcionó, luego de La vita èbella nada fue igual; no he visto el nuevo live action de Disney, también de este año; es con Tom Hanks como Geppetto, pero lo dejaré entre los pendientes. En definitiva, a pesar de mi conexión con Pinocho, compartida con del Toro desde niños, no estaba yo precisamente en el mejor mood para ver su versión.

Después de ver este genial stop-motion lo puedo decir: Pinocho de Guillermo del Toro es una película que no me cansaré de ver. Gracias, Guillermo, por esta obra de arte que tocó fibras muy íntimas en mi corazón, en mi sensibilidad, en mi imaginación, en mi inteligencia, incluso en mi fe. Es una película valiente, muy audaz; confieso que me da miedo recomendarle a un papá: “vela con tus hijos”, niños o adolescentes, incluso no es fácil sugerirle a un adulto que la vea con sus padres ancianos, pero no dudaré en hacerlo, a pesar de su dificultad y sordidez. 

Por ejemplo, no parece políticamente correcto situar una historia “infantil” en el contexto de una etapa histórica caracterizada por el autoritarismo de un cruel dictador fascista, en medio de una guerra en la que los niños son víctimas, pero sorprendentemente también actores directos; Mussolini es un nombre que a los italianos les cuesta trabajo pronunciar. Pero, además, presenta, de manera muy explícita, situaciones que impactan grandemente nuestro ánimo, como el maltrato, el trabajo y la explotación, física y psicológica, de niños y de animales. Hay otras espinosas temáticas que este tipo de historias suelen evitar, o las tratan de manera muy sutil, como la brevedad de la vida y la muerte; del Toro, como buen mexicano, siembra la muerte de manera generosa por toda su película y hace de la muerte un personaje protagónico, sin ambigüedades.

Pero seguramente lo que más me tocó fue la difícil y misteriosa relación papá-hijo que tantas huellas deja en los corazones de ambos polos. Lo dice claramente Sebastián J. Grillo: es una historia “de padres imperfectos e hijos imperfectos”, en la que los hijos tienen que aprender a ser hijos y los papás tienen que aprender a ser papás, aceptando y asumiendo ambos esta mutua imperfección, lo cual es muy difícil, porque las altas expectativas recíprocas son inevitables; esta imperfección y estas altas expectativas son notables: Pinocho llega a ser insoportable, también para el espectador, Geppettto  no es tampoco un papá idealizado: se cae de borracho y crea eufórico al sustituto de su hijo muerto, una marioneta inacabada, fea, pero al mismo tiempo hermosa; es también conmovedora, y un claro ejemplo de esta imperfección y de las expectativas, la relación del Podestà con su hijo Candelwick; ambos muchachos a final de cuentas por ello mismo se llegan a conectar. 

“Eres una carga…”. “Eres un cobarde…” son frases que un hijo nunca olvida y que tocan directamente la propia identidad y el concepto de sí por el resto de la vida.

Hay un personaje mudo, también de madera, sí, el Cristo de la Iglesia, él también tiene un Padre y, precisamente desde la cruz, el Jesús del Evangelio le grita, como reclamándole: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” 

¿Puede ser más misteriosa la relación papá-hijo? 

No creo que sea irreverente, pero sí demasiado desconcertante, por decir lo menos, contemplar al muñeco crucificado y descubrir que, en un momento dado, tanto al Cristo de madera como al títere de madera les falta el mismo brazo izquierdo, no es casual; como tampoco es casual la restauración de ambos y la restauración de casi todos los personajes (nada es perfecto).

Hoy quiero rendirle tributo a mi papá muerto, el señor José Luis Cerra Montauriol, agradezco su imperfecto amor y le pido disculpas por no llenar sus expectativas. No me crecerá la nariz si digo: “te amo, papá”.

Un pequeño epílogo.

“Voy a crecer a tu gran tamañoy el mundo veré como tú,
te comprenderé,
mucho más y mejory la vida venceré” 
(Timbiriche, Hoy quiero decirte, papá)

5 comentarios:

  1. Gracias Padre, me encantó tu análisis de la película como la película, también muy emotiva y cierto su mensaje !

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  2. Wow! Se antojaba verla por
    Del Toro... ahora un poco más...

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  3. La imperfección en el ser, es parte de su vida para buscar una perfección incansable y aprender de ello

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  4. Wow que reflexión tan profunda Padre, sobre todo esa relación con Jesús, estos días nos la vemos sin falta

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  5. Gracias Padre por compartir con nosotros sus reflexiones. Dios Padre lo siga acompañando iluminando y bendiciendo. Saludos

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